miércoles, 18 de abril de 2012

Una Grata Sorpresa

Desde que me reinserte en este hermoso deporte mi cosmovisión del mundo del futbol de botones se amplió. En mi estrecha visión anterior, los porteros eran botones y en su gran mayoría, éstos tenían el mismo tamaño que muchos de mis jugadores. Vi imágenes de este deporte en otras partes de la argentina y del mundo. Me di cuenta de que utilizaban diferentes porteros y en algunos lugares también utilizaban botones pero de un tamaño considerablemente más grande que los jugadores. Esto trajo a la memoria un viejo botón. Era en su momento el portero del club “Belgrano” y con cierta ironía por su gran tamaño le llamábamos “Chiquito Bossio” (en honor al conocido arquero argentino Carlos Bossio). Él era un botón antiguo de saco, color verde claro opaco. Para adaptarlo al futbol de botones había tenido que limar su parte inferior, y si bien era un excelente portero (por su tamaño) también podía ser perfectamente un jugador de campo por su pegada firme e implacable. Él era uno más de tantos botones que deseche con dolor cuando reduje mis equipos a 2.
Continué viendo imágenes y cada vez que veía un botón de gran tamaño repetía para mis adentros “que lastima no tener a Chiquito Bossio”. Antes de ayer fui a cenar a la casa de mis padres, mi antiguo hogar y lugar donde se desarrollaron la mayor cantidad de encuentros de mi liga. Luego de cenar me dirigí a un viejo ropero para desechar algunas cajas, placas madres dañadas y otros artículos de computación (soy técnico en reparación de PC). En un momento recordé la vieja caja de botones que tenía mi abuela y pensé “quizá en esa lata encuentre los jugadores que deseché entonces”. Le pregunte a mi madre por el paradero de dicha lata. Ella fue hasta una cajita de madera que utiliza de costurero y me dijo “la lata la tire hace bastante tiempo, pero todo lo que guarde esta acá” y me alcanzo 3 bolsitas pequeñas de botones. En ese momento y al ver que el número de botones que tenía mi abuela había sido reducido a 3 pequeñas bolsitas, imagine que los botones que “no sirven porque están lijados” (frase más que hiriente para un botonista) habían sido desechados.
Con la poca esperanza que me quedaba, y ante la mirada de mi madre y mi esposa, desparramé el contenido de las 2 primeras bolsitas sobre la mesa. Revolví, miré, volví a mirar y no encontré ninguno de mis jugadores. En las bolsitas, como bien había imaginado, sólo había botones “que servían”. Ya con esperanzas casi nulas y con cierto desgano vacié el contenido de la tercera bolsita sobre la mesa. Y precisamente en ese momento, como si un reflector lo iluminara, lo ví. En el medio de todos los botones, como si lo estuviesen rodeando para pedirle autógrafos, estaba él. Al verlo lo agarre con mi mano derecha, levante la mirada y les dije con emoción a mi señora y madre “es Chiquito Bossio!!!”. Para ellas, claro está, esta información era completamente irrelevante.
Más opaco de lo que lo recordaba, por los largos años de letargo que le tocaron vivir confinado en aquella lata y posterior bolsita, pero eso sí: con las ganas que tiene un jugador de volver al juego luego de una larga lesión. 
Hoy descansa en la lata que tengo en casa de “botones seleccionados” que pronto formaran parte de las nuevas escuadras.

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