miércoles, 25 de abril de 2012

3 FUTURAS ESTRELLAS

Se incorporan hoy al grupo de "Seleccionados" 3 nuevos refuerzos que prometen ser un defensa inamovible y dos delanteros letales.

jueves, 19 de abril de 2012

CRACKS DE NÁCAR


Amigos, comparto en este post el Trailer y Sinopsis de la película "Cracks de Nácar", un film que promete erizarle la piel a cualquier Botonista de raza.

Sinopsis
La primera extrañeza que hay que atravesar es la del título, que parece en otro idioma. Crack es una voz inglesa, ya aceptada en la Real Academia Española, que significa deportista de extraordinaria habilidad. Y el nácar es una sustancia orgánico-inorgánica que se usa, entre otras cosas, para hacer botones. Segunda extrañeza: ésta es una película sobre botones (de los de la ropa, pero fuera de ella) que juegan al fútbol. ¿Fútbol con botones? Sí, pero los botones no se mueven solos sino que son movidos por Rómulo Berruti y Alfredo Serra, veteranos periodistas, amigos de larga data, eximios conversadores (y bebedores de whisky) y apasionados de los botones futbolistas. No cualquier botón es un crack, y tanto es así que los elegidos son personalizados y bautizados con nombres como Bordenave o Rojas. Cracks de nácar es una película sobre un juego singular, pero también, y sobre todo, un plácido, fluido retrato de una amistad unida por el placer de la anécdota, la conversación afilada, la mirada zumbona sobre el mundo, y con la sofisticada inteligencia (que comparten Berruti, Serra y el film) de reírse de uno mismo"

EL OJEADOR EN LA MERCERÍA

Amigos, les comparto a continuación un excelente Post del amigo Marcelo de Fútbol con Botones y Rebote a Banda.
Espero que lo disfruten.



El jugador medio, de fútbol botones, es, a la vez: jugador, entrenador, directivo y ojeador.-
Ojeador, en fútbol, es, -como sabéis-, aquél que se dedica a recorrer estadios en busca de nuevos talentos. Es una persona dotada de ese don, de reconocer entre miles de jugadores vulgares, a los, mucho menos numerosos, jugadores buenos.-
En el fútbol con botones la diferencia fundamental, en lo que a ojeadores se refiere, se encuentra en que en vez de recorrer estadios, de lo que aquí se trata es de saquear armarios y cajas de botones de familia y amigos, y, agotado ese primer filón, explorar las mercerías.

Las mercerías son unas tiendas dignas de ser visitadas, aunque sólo sea como experiencia de la vida.
Las mejores mercerías son establecimientos antiguos, de techo alto, estantes hasta más allá de donde la vista alcanza, e insólito orden de cosas tan pequeñas y variopintas como fácilmente confundibles. En su interior el tiempo sigue una marcha distinta, mucho más lenta que en cualquier otro lugar. Y así siempre hay momento para prolongadas charlas del mercero o mercera con cada cliente, por mucho que entretanto se vaya alargando la cola de los que educadamente esperan que llegue su turno.

La clientela de las mercerías está mayoritariamente compuesta por mujeres, y mujeres, además, de una cierta edad y un cierto estatus dentro del organigrama, -llamémoslo así-, de sus respectivos hogares. Y esto facilita que la actividad se desarrolle, tanto en cola como en mostrador, con singular elegancia y armonía.

El ojeador de fútbol con botones encaja muy bien en este hábitat. Entra en la tienda, localiza, tras de una primera inspección rápida, el lugar en el que las muestras de botones suelen estar a la vista y en perfecta formación, y, una vez hecho lo anterior, se queda estático y algo extático con el hocico apuntando al frente, hacia su presa, cual entrenado perro de caza, en un punto justo del local desde el cual, sin estorbar la fluida circulación de la fila de clientes, tampoco pierda en ningún momento contacto visual con su objetivo.
El ojeador, reconocido como tal, y como tal respetado y apreciado en seguida por las dependientas de las mercerías, desde su atalaya recorre a partir de entonces lenta y concienzudamente, con la mirada, cada hilera de muestras de botón, y, valiéndose de su entrenada memoria, va tomando nota mental de aquellos que pudieran merecer luego un examen más detallado.
Una vez completada esa primera lista de posibles valores, el ojeador se pone de nuevo en movimiento, se introduce en la cola, e inicia el avance hacia el mostrador, sumido en sus deportivas cavilaciones.-

Ya en el mostrador, el ojeador saluda, y pide, por favor, examinar de cerca los botones que va señalando con el dedo índice, que alarga y estira, con el resto del cuerpo, hasta casi tocarlos, y la dependienta se los va alcanzando sin prisa, -la dependienta de una mercería no se apresuraría ni aunque supiese a ciencia cierta que el mundo se iba a terminar esa misma tarde-. Y con igual parsimonia el ojeador comienza entonces su segundo examen de los posibles jugadores.
Para un botón supongo que éste ha de ser un momento muy emocionante, porque aquí y ahora está en juego todo su futuro: si seguirá siendo botón de mercería, si se convertirá algún día en botón de chaqueta o de abrigo, o si, por ventura, se convertirá ya, en este preciso instante, en lo que todo botón de pequeñito sueña con llegar a ser algún día: jugador de fútbol con botones.
Pero dejemos a los botones con sus sueños y volvamos al ojeador. El segundo examen, que en este momento ha iniciado, consta, al menos, de dos partes: una hecha mediante la vista, como la inspección primera, sólo que ahora más de cerca, y una segunda, -fundamental-, valiéndose del tacto:
El ojeador avezado ya sólo mediante esa segunda inspección visual más próxima, podrá desechar, sin más trámite, al botón saltarín, al botón endeble, al botón escurridizo, en fin, a todos aquellos botones que, por experiencias pasadas, sabe que no han de dar en el juego el deseado rendimiento. Sin embargo, acerca de otros candidatos incluso un experto como él seguirá teniendo dudas, y es para resolver éstas para lo que sirve la inspección táctil.
La inspección táctil consiste en: primero, sopesar el botón, y luego plantarlo sobre la mesa con su parte más lisa y regular (sobre la que el tirador deberá deslizarse) a la vista. En dicha posición, en el momento de ponerle el dedo encima el botón no debe oscilar ni balancearse hacia ninguna parte. Ha de quedar bien asentado, firme y estable.
Llegados a este punto, ya sólo queda arriesgarse y comprar. (Digo arriesgarse, porque evidentemente incluso el mejor ojeador se puede equivocar. Y, al final, cualquiera que entienda un poco de fútbol sabe que el verdadero rendimiento de un jugador sólo se podrá conocer en el campo). Así que el ojeador le echa valor al asunto y pregunta a la dependienta los precios de los botones elegidos. Mira el dinero que lleva en el bolsillo. Y hace un cálculo rápido que le permite saber cuáles son sus posibilidades de fichar en el mercado. Pide entonces un número mayor de aquellos jugadores que, por sus características, más le hayan convencido, y, si acaso, si le queda algo de liquidez, pide también uno o dos, por probar, de otros que le hayan ofrecido duda.
La dependienta mete a los fichajes en una bolsita, que hará las veces de autobús del equipo de camino a la casa del ojeador. Después escribe las multiplicaciones parciales y la suma total correspondiente en un trocito de papel de estraza. La revisa, y, si la dependienta es maja, -que casi siempre lo es-, le hace al ojeador un descuento, o al meter en la bolsa el último botón le dice al ojeador: -Este no te lo cobro, te lo regalo. Y el ojeador se marcha para casa más contento que unas castañuelas, o, como diría mi suegra, más contento que Chupilla (que no sabe decirme quien era el tal Chupilla, así que tal vez, por qué no, fuese un ojeador de su época).- 

miércoles, 18 de abril de 2012

Una Grata Sorpresa

Desde que me reinserte en este hermoso deporte mi cosmovisión del mundo del futbol de botones se amplió. En mi estrecha visión anterior, los porteros eran botones y en su gran mayoría, éstos tenían el mismo tamaño que muchos de mis jugadores. Vi imágenes de este deporte en otras partes de la argentina y del mundo. Me di cuenta de que utilizaban diferentes porteros y en algunos lugares también utilizaban botones pero de un tamaño considerablemente más grande que los jugadores. Esto trajo a la memoria un viejo botón. Era en su momento el portero del club “Belgrano” y con cierta ironía por su gran tamaño le llamábamos “Chiquito Bossio” (en honor al conocido arquero argentino Carlos Bossio). Él era un botón antiguo de saco, color verde claro opaco. Para adaptarlo al futbol de botones había tenido que limar su parte inferior, y si bien era un excelente portero (por su tamaño) también podía ser perfectamente un jugador de campo por su pegada firme e implacable. Él era uno más de tantos botones que deseche con dolor cuando reduje mis equipos a 2.
Continué viendo imágenes y cada vez que veía un botón de gran tamaño repetía para mis adentros “que lastima no tener a Chiquito Bossio”. Antes de ayer fui a cenar a la casa de mis padres, mi antiguo hogar y lugar donde se desarrollaron la mayor cantidad de encuentros de mi liga. Luego de cenar me dirigí a un viejo ropero para desechar algunas cajas, placas madres dañadas y otros artículos de computación (soy técnico en reparación de PC). En un momento recordé la vieja caja de botones que tenía mi abuela y pensé “quizá en esa lata encuentre los jugadores que deseché entonces”. Le pregunte a mi madre por el paradero de dicha lata. Ella fue hasta una cajita de madera que utiliza de costurero y me dijo “la lata la tire hace bastante tiempo, pero todo lo que guarde esta acá” y me alcanzo 3 bolsitas pequeñas de botones. En ese momento y al ver que el número de botones que tenía mi abuela había sido reducido a 3 pequeñas bolsitas, imagine que los botones que “no sirven porque están lijados” (frase más que hiriente para un botonista) habían sido desechados.
Con la poca esperanza que me quedaba, y ante la mirada de mi madre y mi esposa, desparramé el contenido de las 2 primeras bolsitas sobre la mesa. Revolví, miré, volví a mirar y no encontré ninguno de mis jugadores. En las bolsitas, como bien había imaginado, sólo había botones “que servían”. Ya con esperanzas casi nulas y con cierto desgano vacié el contenido de la tercera bolsita sobre la mesa. Y precisamente en ese momento, como si un reflector lo iluminara, lo ví. En el medio de todos los botones, como si lo estuviesen rodeando para pedirle autógrafos, estaba él. Al verlo lo agarre con mi mano derecha, levante la mirada y les dije con emoción a mi señora y madre “es Chiquito Bossio!!!”. Para ellas, claro está, esta información era completamente irrelevante.
Más opaco de lo que lo recordaba, por los largos años de letargo que le tocaron vivir confinado en aquella lata y posterior bolsita, pero eso sí: con las ganas que tiene un jugador de volver al juego luego de una larga lesión. 
Hoy descansa en la lata que tengo en casa de “botones seleccionados” que pronto formaran parte de las nuevas escuadras.

martes, 17 de abril de 2012

lunes, 16 de abril de 2012

Expansión en progreso...

El ojeador de mercerías sale decidido a duplicar (al menos) en número sus equipos para poder hacer frente a un posible torneo. Sin pensarlo se dirigió a una de las mercerías mas antiguas de la ciudad. Volvió de ella con un gran número de promesas y pocos jugadores consagrados.
Será cuestión de ponerse en el rol de entrenador y ver que puede sacar de ellos... las nuevas escuadras van tomando forma.

viernes, 13 de abril de 2012

Fútbol de Botones

Mi historia con este hermoso deporte comenzó aproximadamente en el año 1995, cuando tenía 10 años. En ese entonces vivía (y lo sigo haciendo) en una ciudad pequeña, de unos 100 mil habitantes, situada en el centro de la Argentina.

Casi todas las tardes me dirigía en bicicleta hasta la casa de unos amigos (Maxi, Claudio y Lucas) que vivían a unas 25 cuadras de mi casa. Por aquel entonces, y en mi ciudad (que tenía unas 40 cuadras de largo), hacer 25 cuadras en bicicleta era una verdadera epopeya.

Una de esas tardes al llegar a la casa de mis amigos, vi que Claudio, y un amigo suyo llamado Cristian, estaban jugando arriba de una mesa de madera con un puñado de botones y unos arcos de cotillón los cuales se estila poner en tortas de cumpleaños cuando se simula en ellas una cancha de futbol.

Les pregunté qué era ese juego. Claudio con mucha sabiduría me dijo "Futbol de Botones... ahora te explico" y siguió dirigiendo a su "Borusia Dortmund" en el seguramente importante encuentro en curso. Finalizada la contienda, al mejor estilo de un predicador, me hablo de este deporte nuevo para mí, me explico las reglas, cómo jugarlo y hasta me regaló mis primeros jugadores, los cuales tenían muchísimo talento, pero eran desechados por su Liga debido al tamaño de los mismos (sus equipos estaban compuestos por botones del tamaño de los de las camisas: un Sub-17 si se quiere). En otras palabras: me Evangelizó.

Así comencé en primera instancia, a revolver frondosos cajones y latas de botones que poseían mis 2 abuelas…


…y fui dando forma a mis primeras alineaciones: Racing y Fénix. Luego me llegó a mí el turno de evangelizar nuevos fieles. Así fue como di a conocer este deporte a Julián y Ramiro (para este último, muy pequeño, mi nombre no era Danilo sino Ganilo) y fuimos realizando diferentes encuentros hasta el momento amistosos.

Nuestros equipos fueron aumentando en número. Para ese entonces ya no me bastaban los cajones de botones de mis abuelas, repletos ya de jugadores de inferior talento con oportunidades casi nulas. Así es como me convertí en lo que un amigo español llama “Ojeador de Mercerías” (http://futbolconbotonesyreboteabanda.blogspot.com/2010/06/el-ojeador-en-la-merceria.html)(las señoras no entendían muy bien que hacía un niño comprando botones) y comencé incluso a “fichar” botones a modificar: botones que tenían un talento increíble, pero debían ser modificados (o “entrenados” si se quiere) para que sus talentos salgan a la luz: lijar su cara inferior, quitar algún accesorio innecesario, etc.


Luego de un tiempo teníamos una importante liga que desarrollábamos a diario contando con equipos argentinos de las diferentes categorías como Racing, Fénix, Dock Sud, Excursionistas, Defensa y Justicia, Almirante Brown, Boca, Chacarita, Ferro Carril Oeste, Quilmes, River, Colegiales, Comunicaciones, Independiente, entre otros.

Fuimos creciendo y por cuestiones de la vida cada uno siguió por su camino.

Hace unos años tenía que “hacer limpieza” (según mi mama) y le llegó el turno a la gran caja de madera donde guardaba mis equipos. Pero no pude deshacerme de todos. Pensando simplemente en enseñarle algún día a mis hijos a jugar, reduje la colección a los 2 arcos, 2 botones balón, 2 botones disparadores y a mis 2 equipos originales: Racing y Fénix.

Hace unos días, charlando con compañeros de trabajo, recordé este hermoso juego, les comenté como era el mismo ya que lo desconocían, y les expliqué la física del mismo con fibrones y demás objetos de oficina (no fue fácil pero lo entendieron). Uno de ellos me dijo “tenes que armar un Post”… yo fui por mas y arme este Blog.

A continuación les muestro un poco como es el juego.

Los Arcos:



Los Disparadores y la Pelotas:



El 11 Titular de Racing:



El 11 Titular de Fénix:



Las camisetas las hacíamos con el centro de los ojalillos:



Depende cual fuera el torneo usábamos la cancha de 11 jugadores…



… O la cancha de Fútbol 5, con rebote en las bandas y “alambrado perimetral” hecho de tejido mosquitero verde…



Cómo se Juega? Con el botón Disparador se presiona sobre el botón Judador, haciendo que este salga expulsado y golpee al botón Balón… para que se entienda mejor les dejo un videíto de 2 goles y una “atajada” del arquero:



Formaciones más usadas (al menos en mi caso):

3 – 2 – 5”: Formación bien cerrada y eficaz, tanto en defensa (el arco bien cubierto y la salida de juego de los rivales cerrada) como en ataque (5 botones en posición de ataque y 2 por las bandas con posibilidad de subir).



2 – 3 – 2 – 3”: Una formación más abierta, formando entre los jugadores de las diferentes líneas rombos imaginarios que los rivales deberán sortear. En mi caso sólo la use algunas veces cuando necesitaba poner un equipo defensivo en cancha ya que la misma en mi caso resulto ser buena en defensa pero poco dinámica a la hora de atacar con varias opciones.



Un pequeño partido exhibición realizado en una improvisada cancha de papel para mostrarles un poco más del juego:



Las Reglas de juego varían en mil formas y cada quien puede crear otras reglas. A continuación les voy a comentar las pocas y simples reglas que nosotros utilizábamos:

1.- El juego se va desarrollando en turnos alternados. Cada jugador puede hacer sólo un movimiento por turno.

2.- Se puede por medio de un botón Jugador propio impactar directamente a un jugador Rival con el fin de quitarlo de posición de tiro. Pero existían sanciones ante este comportamiento. Si el jugador rival se era desplazado más de 5 cm de distancia se cobraba una FALTA. Si el jugador rival se era desplazado más de 10 cm de distancia se cobraba una FALTA y Tarjeta AMARILLA. Si el jugador rival se era desplazado más de 20 cm de distancia se cobraba una FALTA y Tarjeta ROJA.

3.- Se puede rematar al arco en cualquier momento y sin anunciarlo. El jugador rival no puede acomodar ningún jugador en esta ocasión.

4.- Los jugadores que salen del campo de juego se ubican en el lugar en que salieron del campo, hasta 2 cm adentro del mismo.

5.- Sólo se reubican todos los jugadores después de un gol.

6.- En los tiros de esquina el jugador atacante puede reubicar 2 jugadores en ataque además del que “pateará” el tiro de esquina. El equipo que defiende sólo puede reubicar 1 jugador.

Por si les interesa les dejo otros sitios sobre fútbol de Botones en los cuales podrán encontrar información y excelentes historias de este apasionado deporte:
 









Fútbol con Botones y Rebote a Banda: a mí criterio la mejor de todas. Si eres o has sido Botonista te sentirás identificado con muchos de sus relatos.


Bueno Gente, esto ha sido todo por hoy…
Vaya a saber uno por qué, por esas cosas que tiene la vida, nunca jugué al Futbol de Botones con mi mentor Claudio… No todavía…